"Ni rico, ni pobre, ni familiar o amigo; simplemente guatemalteco de corazón"
"Estoy tan enojada. Sólo quisiera gritar; gritar y llorar, y llorar tanto que mis lágrimas se unieran en una inmensa y poderosa ola, y que esa ola se uniera a las olas de llanto del resto de los guatemaltecos honestos, que como yo merecen un mejor país; y que el furioso océano de nuestra tristeza y desesperación ahogue a todos nuestros abusadores, opresores y verdugos. Eso quisiera." -RWT
Estoy fuera de Guate- pero no he dejado de sufrir por la depravación de dignidad y la carencia de seguridad que se (sobre)vive en Guatemala. Es triste, muy triste, que un país tan lindo, lleno de gente tan buena, sufra tanto; pero no es coincidencia. El dicho que dice "cada pueblo tiene el líder que merece" no es justo a nuestra compleja realidad, pero algo de razón guarda: somos cobardes. Ya sea por costumbre o indiferencia, por "hueva" o por miedo, todos y todas nos hemos convertido en un pueblo de cobardes, en el que los pocos que se arriesgan y luchan son aún más vulnerables debido a la pasividad del resto, y en el que ser completamente ignorante (por decisión propia) e indiferente a las cosas se pasan y a la manera en la que pasan es lo considerado "normal". Es más probable que un partido de fut en el que seguramente perdemos (porque todos sabemos que jugamos como nunca, pero perdemos como siempre) despierte más ardor patriótico que la corrupción impune y la injusticia descarada con la que los gobiernos -en general- manejan nuestro país y moldean nuestras vidas.
Siempre me he preguntado porqué somos así, los guatemaltecos. Supongo que es, más que todo, costumbre. Después de todo, cuándo hemos saboreado verdaderamente "democracia"? Nunca; nunca, claro, un país de ignorantes está negado a dicho gozo. La democracia se gana, se trabaja, se construye, se suda. La democracia no se decide. No funciona así...
Desde la época de nuestra independencia hemos sido ovejas. Un rebaño que ya sea por temor (que sería lo más digno), o por "hueva" o costumbre o indiferencia, sigue a los pocos que se atreven a intentar dirigir la masa caótica que somos, trabajo que aunque reboza de ventajas y privilegios, demanda incontables sacrificios y se paga caro (tarde o temprano).
Lamentablemente muchos de los que toman cargo de nuestro destino, los que deciden dirigir a nuestro pueblo de ciegos-sordos-y-mudos (voluntarios) no lo hacen por mucho más que interés propio. Y nosotros les seguimos, desconfiada pero resignadamente, porque de alguna manera, asumimos que es más fácil aguantar aquello que ya aceptamos como "normal" que enfrentar la realidad de una forma "pelada" que aunque sin duda alguna implicaría aguantar más de un par de buenos "trancazos", al menos nos permitiría crear un futuro diferente para Guatemala.
No es secreto que nuestra historia no es un cuento de hadas. Muy al contrario, la historia de Guatemala es una historia de lucha de poder, de ambición codiciosa, élites rotantes, corrupción en todas sus formas, impunidad atroz, ignorancia demente, exclusión indiscriminada e indiferencia zombie. Nuestra independencia fue una farsa; nuestros gobiernos han sido repetidamente incapaces y deshonestos; nuestro "pueblo" es más bien una "población", que dividida por barreras culturales, étnicas, sociales y económicas, nutridas por una fuerte tradición de discriminación heredada, y reforzadas por un auto-estima nacional inexistente, desafían una identidad nacional aún por construirse. La única reseña histórica que tenemos de un movimiento auténticamente popular que reuniera a los diferentes sectores de la sociedad es la revolución del 44, que poco nos duró, pero mucho los dejó.
La manifestación de mañana, Domingo 24 de Mayo del 2009, dice mucho del pueblo (entiéndase: pueblo) de Guatemala; nos estamos despertando, pero primordialmente: nos estamos uniendo. Debemos darnos el mérito que merecemos, pues la situación en la que vivimos genera mucha desconfianza y temor; pertenecemos a una sociedad violenta y sumamente desigual; las heridas y cicatrices causadas por el Conflicto Armado Interno siguen abiertas, no han podido cerrar, pues son constantemente infectadas por la bacteria de la corrupción, el germen de la injusticia y el microbio de la impunidad. Conocemos, de nombre y apellido, a varios de los parásitos que se alimentan de nosotros, que nos matan lentamente, que nos niegan, descaradamente, la posibilidad de vivir como merecemos, como seres humanos, como guatemaltecos con derechos y con dignidad.
El asesinato del Licenciado Rodrigo Rosenberg llevó a la publicación un video en el que él mismo nos habló con (co)razón a todos los guatemaltecos. Su testimonio despierta un sentimiento denso y pesado que se traba entre el pecho y la garganta. Me parece curioso, pero acertado, que la publicación de este video, sea comparado con el escándalo de Watergate. Aunque lamentablemente se trate de un evento mucho más trágico, el video de Rosenberg logró exponer las violaciones cometidas por el gobierno, representantes indignos, aquellos a los que despreocupadamente confiamos las riendas de nuestros futuros. Y aunque no seamos una democracia auténtica, quiero imaginar que como líder, habiendo sido electo, debe de surgir algún sentido de responsabilidad y un concepto, aunque vago, de honor, con el que se deben de manejar los asuntos que conciernen a millones de personas. Ser una persona que irrespeta a otros, ser deshonesto, ser injusto, ser corrupto, es aboninable en todos; pero es imperdonable en un líder.
Espero que así como el escándalo de Watergate causó la renuncia del Presidente Nixon, este lamentable hecho produzca los cambios que necesita Guatemala, y dé el castigo justo a quienes son responsables. Pero más que eso, espero que este escándalo provoque un cambio auténtico y permanente en nuestros corazones y en nuestras mentes, y nos enseñe a ser el pueblo que corresponde a una democracia; un pueblo participativo, informado, un pueblo que audita, que demanda, que se involucra.
Quisiera poder estar presente, al lado con todos los que mañana se manifiestan. Estoy con mi país, con su pueblo, con aquellos que luchan por cambiar su destino, aún estando a un océano de distancia. Que mañana sea un día histórico en Guatemala, que sea el inicio de la transformación, que todo salga en orden y en paz.
Mi corazón forma parte del "tsunami blanco". Está justo en medio de la ola...
Estoy fuera de Guate- pero no he dejado de sufrir por la depravación de dignidad y la carencia de seguridad que se (sobre)vive en Guatemala. Es triste, muy triste, que un país tan lindo, lleno de gente tan buena, sufra tanto; pero no es coincidencia. El dicho que dice "cada pueblo tiene el líder que merece" no es justo a nuestra compleja realidad, pero algo de razón guarda: somos cobardes. Ya sea por costumbre o indiferencia, por "hueva" o por miedo, todos y todas nos hemos convertido en un pueblo de cobardes, en el que los pocos que se arriesgan y luchan son aún más vulnerables debido a la pasividad del resto, y en el que ser completamente ignorante (por decisión propia) e indiferente a las cosas se pasan y a la manera en la que pasan es lo considerado "normal". Es más probable que un partido de fut en el que seguramente perdemos (porque todos sabemos que jugamos como nunca, pero perdemos como siempre) despierte más ardor patriótico que la corrupción impune y la injusticia descarada con la que los gobiernos -en general- manejan nuestro país y moldean nuestras vidas.
Siempre me he preguntado porqué somos así, los guatemaltecos. Supongo que es, más que todo, costumbre. Después de todo, cuándo hemos saboreado verdaderamente "democracia"? Nunca; nunca, claro, un país de ignorantes está negado a dicho gozo. La democracia se gana, se trabaja, se construye, se suda. La democracia no se decide. No funciona así...
Desde la época de nuestra independencia hemos sido ovejas. Un rebaño que ya sea por temor (que sería lo más digno), o por "hueva" o costumbre o indiferencia, sigue a los pocos que se atreven a intentar dirigir la masa caótica que somos, trabajo que aunque reboza de ventajas y privilegios, demanda incontables sacrificios y se paga caro (tarde o temprano).
Lamentablemente muchos de los que toman cargo de nuestro destino, los que deciden dirigir a nuestro pueblo de ciegos-sordos-y-mudos (voluntarios) no lo hacen por mucho más que interés propio. Y nosotros les seguimos, desconfiada pero resignadamente, porque de alguna manera, asumimos que es más fácil aguantar aquello que ya aceptamos como "normal" que enfrentar la realidad de una forma "pelada" que aunque sin duda alguna implicaría aguantar más de un par de buenos "trancazos", al menos nos permitiría crear un futuro diferente para Guatemala.
No es secreto que nuestra historia no es un cuento de hadas. Muy al contrario, la historia de Guatemala es una historia de lucha de poder, de ambición codiciosa, élites rotantes, corrupción en todas sus formas, impunidad atroz, ignorancia demente, exclusión indiscriminada e indiferencia zombie. Nuestra independencia fue una farsa; nuestros gobiernos han sido repetidamente incapaces y deshonestos; nuestro "pueblo" es más bien una "población", que dividida por barreras culturales, étnicas, sociales y económicas, nutridas por una fuerte tradición de discriminación heredada, y reforzadas por un auto-estima nacional inexistente, desafían una identidad nacional aún por construirse. La única reseña histórica que tenemos de un movimiento auténticamente popular que reuniera a los diferentes sectores de la sociedad es la revolución del 44, que poco nos duró, pero mucho los dejó.
La manifestación de mañana, Domingo 24 de Mayo del 2009, dice mucho del pueblo (entiéndase: pueblo) de Guatemala; nos estamos despertando, pero primordialmente: nos estamos uniendo. Debemos darnos el mérito que merecemos, pues la situación en la que vivimos genera mucha desconfianza y temor; pertenecemos a una sociedad violenta y sumamente desigual; las heridas y cicatrices causadas por el Conflicto Armado Interno siguen abiertas, no han podido cerrar, pues son constantemente infectadas por la bacteria de la corrupción, el germen de la injusticia y el microbio de la impunidad. Conocemos, de nombre y apellido, a varios de los parásitos que se alimentan de nosotros, que nos matan lentamente, que nos niegan, descaradamente, la posibilidad de vivir como merecemos, como seres humanos, como guatemaltecos con derechos y con dignidad.
El asesinato del Licenciado Rodrigo Rosenberg llevó a la publicación un video en el que él mismo nos habló con (co)razón a todos los guatemaltecos. Su testimonio despierta un sentimiento denso y pesado que se traba entre el pecho y la garganta. Me parece curioso, pero acertado, que la publicación de este video, sea comparado con el escándalo de Watergate. Aunque lamentablemente se trate de un evento mucho más trágico, el video de Rosenberg logró exponer las violaciones cometidas por el gobierno, representantes indignos, aquellos a los que despreocupadamente confiamos las riendas de nuestros futuros. Y aunque no seamos una democracia auténtica, quiero imaginar que como líder, habiendo sido electo, debe de surgir algún sentido de responsabilidad y un concepto, aunque vago, de honor, con el que se deben de manejar los asuntos que conciernen a millones de personas. Ser una persona que irrespeta a otros, ser deshonesto, ser injusto, ser corrupto, es aboninable en todos; pero es imperdonable en un líder.
Espero que así como el escándalo de Watergate causó la renuncia del Presidente Nixon, este lamentable hecho produzca los cambios que necesita Guatemala, y dé el castigo justo a quienes son responsables. Pero más que eso, espero que este escándalo provoque un cambio auténtico y permanente en nuestros corazones y en nuestras mentes, y nos enseñe a ser el pueblo que corresponde a una democracia; un pueblo participativo, informado, un pueblo que audita, que demanda, que se involucra.
Quisiera poder estar presente, al lado con todos los que mañana se manifiestan. Estoy con mi país, con su pueblo, con aquellos que luchan por cambiar su destino, aún estando a un océano de distancia. Que mañana sea un día histórico en Guatemala, que sea el inicio de la transformación, que todo salga en orden y en paz.
Mi corazón forma parte del "tsunami blanco". Está justo en medio de la ola...
rocio - 23. May, 17:14